Por qué es tan difícil mantener amistades
y por qué no es solo cosa tuya
Hace unos días me preguntaron en una entrevista
por qué me parecía que las amistades eran hoy más difíciles de mantener.
Me quedé pensando
…
La respuesta rápida sería hablar de falta de tiempo, de horarios imposibles, de cómo nos cambia la vida cuando crecemos…
Y sí, eso es parte. Pero creí que sería injusto quedarme ahí.
Porque esto no va solo de organización.
Va también de cómo el sistema nos obliga a vivir como proyectos individuales, cuando lo que nos salva es vivir enredadas, acompañadas, vulnerables.
La amistad no es un asunto individual. Es también un asunto político.
En un sistema que premia la productividad, la competencia y la autosuficiencia, ¿qué lugar le queda a los vínculos que no producen, que no generan capital, que simplemente son un espacio de sostén?
Varias filósofas feministas1 nos recuerdan que la amistad es uno de los pocos espacios donde podemos ser plurales, rotas, contradictorias… y aun así, seguir siendo queridas.
El capitalismo, en cambio, nos empuja a mirarnos como proyectos privados de éxito y mejora, a obsesionarnos con el yo y el mejor yo (que normalmente tiene que ver con conseguir cosas: + dinero, + experiencias, +materiales…)
….y este movimiento nos invita a dejar en segundo plano lo comunitario. Siendo lo comunitario, lo que precisamente alimenta la amistad.
Sarah Belén Olarte, amiga y compañera psicóloga, menciona en su libro2 algo como que la mayoría de los problemas de salud mental se verían disminuidos o serían inexistentes si contáramos con una buena red de apoyo social.
Y no se lo inventa, lo corroboran las investigaciones (te pongo alguna abajo, vas a flipar cuando veas que no tener una buena red de amistad aumenta el riesgo de morir tanto como el tabaquismo).3
Factores que hacen más difícil la amistad hoy:
La precariedad laboral
Piensa en alguien que trabaja a turnos rotativos: una semana entra de mañana, otra de tarde, otra de noche. ¿Cómo quedas con esa persona de manera regular? O en quien tiene que aceptar contratos temporales en distintas ciudades, porque “no se puede decir que no”. A veces hasta combinar dos empleos para llegar a fin de mes. En ese escenario, el tiempo libre se vuelve un lujo, y la amistad pasa a la cola. No es que no quieras, es que no puedes.La precariedad habitacional
Parece una tontería, pero no tener un espacio propio donde recibir gente, o vivir en pisos diminutos, limita también los encuentros.
La hiperconexión
Estamos más en contacto que nunca, pero menos presentes. Sí, esto tiene sus ventajas y también sus consecuencias. Todas sabemos que la amistad se siente un poco más vacía si no se habita físicamente, si no se viven experiencias conjuntas. La narrativa de las relaciones tiende a volverse superficial y a un simple chequeo diario.La movilidad constante
Antes, si estudiabas o trabajabas en un lugar, probablemente te quedabas allí toda la vida. Ahora no: Erasmus, máster en otra ciudad, prácticas de seis meses fuera, mudanzas cada dos años, búsqueda de oportunidades laborales… Las amistades entran y salen de nuestras vidas con más rapidez que nunca. Y claro, mantener un vínculo requiere tiempo compartido como decía, no solo mensajes ocasionales.La lógica del rendimiento
Incluso en lo personal parece que tenemos que “ser amigas perfectas”: contestar rápido, proponer planes interesantes…. Y si no, fallamos. La amistad empieza a vivirse como una checklist: lo que genera exigencias en los dos sentidos. Vivir las relaciones desde la lógica del rendimiento capitalista, nos llena de decepciones y autoengaños. Vivir las relaciones como un trabajo más, nos puede hace sentir rechazo por ellas.El culto a la autosuficiencia y los límites malentendidos
En el polo opuesto, “yo puedo sola”, “no quiero molestar”, “mejor no pido ayuda”. Nos han educado para pensar que necesitar a alguien es signo de debilidad. Pero las amistades se alimentan precisamente de eso: de mostrar vulnerabilidad, de pedir apoyo, de acompañarse en lo difícil. Cuando siempre fingimos estar bien, la relación se queda en superficie y no crece. Por otro lado, cada vez cala más el mensaje de limitar al resto (malentendido), poner un límite es un éxito de autocuidado y se pone para todo; aunque la realidad es que muchas veces el mayor autocuidado que podemos regalarnos es mejorar nuestras habilidades de resolución de conflictos. [✨PARA✨ si me estás malinterpretando, este tema da para otra newsletter…; te quiero]
Habilidades terapéuticas para psicólogas
En consulta, cuando alguien trae el tema de las amistades, solemos escuchar frases del tipo:
“Me esfuerzo un montón, pero parece que no basta…”
“Será que no sé mantener amigas…”
“Con mi ritmo de vida es imposible, y al final me siento sola.”
Y aquí es donde nuestra habilidad clínica importa: no reducirlo a un “te falta esfuerzo”. Porque la amistad, hoy, está atravesada por condiciones estructurales que influyen más de lo que pensamos.
Algunas claves prácticas:
Explorar el contexto antes que la autoexigencia: ¿qué papel juegan la precariedad laboral, la movilidad, los horarios imposibles? Preguntar por esos factores ayuda a normalizar y quitar peso de culpa.
Señalar el sesgo individualista: vivimos en un sistema que insiste en que todo depende de lo personal. Recuérdale a la consultante que no todo es falta de habilidades sociales o de voluntad.
Validar la necesidad: la amistad se nutre de pedir y ser pedidas. Y eso es súper humano, contrario al pensamiento de debilidad.
Abrir espacio para redefinir lo que esperan de una amistad: ¿presencia constante, apoyo en crisis, compartir ocio? Muchas veces hay un choque entre la expectativa aprendida (la amiga “perfecta”) y lo que realmente es posible hoy.
Invitar a revisar los recursos presentes: incluso en contextos hostiles, hay pequeñas formas de sostener vínculos: una llamada, un paseo corto, un mensaje. Lo micro también cuenta. No pasa nada si seguimos manteniendo la conexión por el teléfono si no se puede de otra manera.
El trabajo clínico está también en ayudar a resignificar desde el contexto.
Lo mismo que cuando hablamos de ansiedad por el trabajo, soledad o falta de tiempo: el contexto no lo explica todo, pero ignorarlo es como hacer terapia dentro de una pecera sin mirar el agua.
Gracias por quedarte,
Desirée 🤍
PD: Estoy preparando una mega formación sobre habilidades terapéuticas nivel experto/a. ¿Te interesaría que te forme esta señora anticapitalista que, por cierto, intentará venderte una formación?
(Sí, yo también quiero que se me pague por mi trabajo. Y ver a mis amigas de Madrid más a menudo. 😔 Pero claro… tampoco me podía escapar del sistema en el que vivo y señalo.)
Silvia Federicio, Yayo Herrero, Adrienne Rich, Rita Segato, María Galindo…
El cortisol no sube solo, sube con el alquiler.
https://journals.plos.org/plosmedicine/article?id=10.1371/journal.pmed.1000316


Gracias por hablar de esto 🫀